Terapia de Presión Profunda

La Terapia de Presión Profunda es un enfoque terapéutico utilizado para ayudar a personas con trastornos del procesamiento sensorial, incluido el autismo. Implica aplicar una presión firme y controlada sobre el cuerpo, lo que puede tener efectos calmantes y organizadores en el sistema nervioso. Esta presión puede proporcionarse mediante diversas técnicas, como masajes, mantas ponderadas o compresión corporal. Se cree que la presión profunda ayuda a regular el sistema nervioso sensorial proporcionando entradas propioceptivas, lo que puede ser relajante y estabilizador.

Se piensa que la terapia activa el sistema nervioso parasimpático, promoviendo la relajación y reduciendo el estrés. Se puede aplicar de cuatro maneras diferentes: 1) Mantas llenas de materiales como perlas o pellets que proporcionan una presión constante y uniforme sobre el cuerpo, utilizadas durante el sueño o períodos de descanso. 2) Chalecos de compresión que aplican una presión suave y uniforme sobre el torso y pueden ser usados durante las actividades diarias. 3) Masajes y contacto de presión profunda, son técnicas manuales como masajes, apretamientos o toques firmes que se pueden usar para proporcionar presión profunda. 4) Actividades propioceptivas, como empujar contra resistencia, trepar o saltar.

La efectividad de la terapia de presión profunda puede variar ampliamente entre los individuos. Algunos pueden encontrarla muy beneficiosa, mientras que otros no experimentan mejoras significativas o incluso la encuentran aversiva. Existe una evidencia limitada sobre su efectividad y no se considera una intervención basada en evidencia. Aunque existen muchos informes anecdóticos y algunos estudios que apoyan la terapia de presión profunda, se necesita más investigación rigurosa y a gran escala para validar completamente su eficacia y comprender sus mecanismos.